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El impacto ambiental del correo electrónico

Foto del escritor: Sustainable TeacherSustainable Teacher


En la era digital, es común pensar que el uso del correo electrónico es una opción más ecológica que el papel. Y no se puede negar que, en muchos aspectos, lo es. Al optar por recibir facturas, notificaciones bancarias o boletines por correo electrónico, estamos evitando el uso de papel y el transporte que genera emisiones. Sin embargo, ¿alguna vez te has preguntado si enviar correos electrónicos también tiene un impacto ambiental?


Aunque parezca que lo digital es "invisible" para el medio ambiente, la realidad es que no lo es. Cada correo electrónico que enviamos genera una pequeña huella de carbono debido al uso de energía en los servidores, centros de datos y dispositivos que intervienen en su almacenamiento y transmisión. Un simple correo sin adjuntos puede generar entre 0,3 y 4 gramos de dióxido de carbono (CO₂), mientras que uno con archivos o imágenes adjuntas puede generar entre 10 y 50 gramos de CO₂. Aunque estas cantidades puedan parecer insignificantes, el problema aumenta cuando multiplicamos estas cifras por el número de correos que enviamos cada año.


Según un estudio de la Universidad de Bristol, una persona promedio envía alrededor de 36.500 correos electrónicos al año, incluyendo correos personales, de trabajo y administrativos. Si tomamos como referencia una media de 10 gramos de CO₂ por correo, estamos hablando de 365 kilogramos de dióxido de carbono emitidos en un solo año. Esto equivale a las emisiones de un vuelo entre Madrid y Londres. ¡Impresionante, verdad?


La buena noticia es que, aunque el impacto del correo electrónico es real, hay formas de reducirlo. No se trata de abandonar esta herramienta tan útil, sino de gestionar mejor los correos que almacenamos y enviamos. Se estima que un tercio de los correos electrónicos guardados en nuestras bandejas de entrada son prescindibles. Al eliminar correos innecesarios como publicidad, boletines que no leemos y conversaciones sin importancia, podemos ahorrar energía y reducir nuestra huella de carbono. Este simple gesto puede representar una reducción de hasta 100 kilogramos de CO₂ al año.

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